CAIN

 

PERSONAJES:

CAÍN

ABEL

EVA

ADÁN DESEADA JEHOVÁ

 

ACTO PRIMERO

Caverna en un claro del bosque primitivo de poderosos árboles cuajados de flores.—Crece un arroyo. —Cielo pleno—Atardece. —En la puerta de la caverna piedras y árboles yacentes que sirven de asiento a los personajes.

 

ADÁN, anciano de barbas nevadas y muy largas, inclinadas las espaldas, dobladas las rodillas, ora en silencio. EVA, sale por el foro derecha, trayendo un hato de frutas frescas y una rama florida. También inclina las espaldas, también tiene el cabello gris, pero su vejez no parece tan vieja. Aunque ambos visten de pieles de cordero ella es más coqueta, es decir, conserva todavía sus atributos de mujer. Adorna sus brazos con vistosas cortezas de árboles y ciñe su rugosa frente con una corona de rosas. Avanza hasta Adán. —Nada turba el silencio.—Lo contempla, y luego aproxima a sus labios la fruta dulce.

ADÁN

(Volviéndose) ¡EVA!

EVA

¡Mi viejo! (Abrazándolo). ¿Hasta cuándo oras? Ya tienes las espaldas inclinadas, y tu mirada es de angustia y de terror.

ADÁN

Oro, porque deseo que Jehová comprenda que somos buenos y que lo queremos mucho. Para que se convenza de que fue duro con nosotros.

EVA

Fue duro. (Silencio). Dijo que jamás tendríamos reposo, que nunca tendríamos alegría, que jamás seríamos FELICES.

ADÁN

Dijo que trabajaríamos hasta morir.

EVA

¿Qué será la muerte?

ADÁN

El que muere duerme para siempre.

EVA

Me agradaría dormir, dormir eternamente. El sueño es el descanso. Invariablemente sueño, sueño cosas muy agradables. Cuando duermo no quisiera despertar jamás. El sueño aleja los dolores.

ADÁN

A mí me pasa lo contrario: yo me duermo y veo la imagen vengadora de Jehová, que nos amaba tanto. Veo la amenaza de aquel ángel amigo nuestro, que jugaba con nosotros y... que nos arrojó del Paraíso. Lo veo vengativo y cruel. Nada le hicimos nosotros a él, nada… Y sin embargo él parecía más ofendido que Jehová.

EVA

Me fastidió ese ángel. Sentí deseos de golpearlo. Me pareció falsa su adhesión a Jehová. Quién sabe si no preparan otra rebelión... Así son los ángeles... Yo nunca he soñado con él.

ADÁN

Tú pareces no haber sentido la terrible sentencia.

EVA

No lo creas. ¿No recuerdas las innumerables veces que has tenido que consolarme? ¿Las que he caído rendida, con los pies sangrantes, en la senda erizada de piedras? ¿No recuerdas que he hecho en tus brazos la mitad de la jornada, y que en ellos me he dormido dulcemente? ¡Cómo he sentido en mi alma las palpitaciones de tu corazón! ¡Cómo te he mimado para hacerte liviana la carga... Cómo te he referido mis hermosos sueños a fin de que olvidaras la distancia! ¿Te acuerdas de nuestros descansos bajo los arbolados, cuando te he dado a beber en mis manos, cuando te has mirado en mis pupilas y cuando te has adormecido sobre mi corazón? ¡Qué felices hemos sido, qué felices!

ADÁN

¡Muy felices, Eva, muy felices!

EVA

(Alegre, muy alegre). ¿Ves como Jehová se equivocó?  ¿Ves como hemos destruido con nuestro amor la terrible sentencia? Jehová no contaba con NUESTRO AMOR.

ADÁN

Bendecido sea el dolor que en la senda nos ha herido y nos ha precipitado al descanso que ha sido amor. En esos momentos hemos vivido infinitamente…

EVA

Jamás los ángeles sabrán de amor. (Silencio de recuerdos) ¿Te acuerdas cuando aprendimos a besar?

ADÁN

Estábamos a la sombra de un rosal; dos rosas habían nacido juntas y eran tan harmoniosas que las aves del cielo venían a amarse poniéndolas por testigos…

EVA

Dos palomas unían sus picos... después fueron dos ruiseñores... Nos vibraban los labios, sentíamos una extraña angustia, una sed... Nuestros corazones palpitaban azoradamente. De pronto… no lo supimos, nuestras pupilas se encontraron. . . y estaban quemantes... nuestros cuerpos languidecieron, caímos al vacío... Nuestros brazos fueron nuestros apoyos, nuestros corazones unieron sus palpitaciones y no supimos cómo... pero nuestros labios se unieron… se unieron…

 ADÁN

Y nació el beso, el beso que ha curado tantas penas, tantas heridas… ¡Bendecido sea el beso! (La besa)

EVA

Bésame más... Siento que tus labios son dulces como la miel, y los míos sólo pueden vivir de dulzura. Bésame. Ya son incontables los besos de que hemos gozado; pero cada uno tiene un encanto nuevo. EL BESO SERA ETERNO…

ADÁN

Será eterno…

EVA

El sol se ha ido: se tiñe de rosa el poniente. Pronto llegarán nuestros hijos. (Pausa) ¿Decías tú que yo no sentía los dolores? Te equivocas. Tengo un presentimiento terrible. He soñado como siempre amándote; pero en un sueño ví que nuestro hijo Abel se dormía... Tratando de despertarlo palpé su cuerpo que estaba helado como las piedras... Ya no sonreía y su color era amarillo. ¿Será así la muerte Adán?

ADÁN

(Pensativo, preocupado) Sin duda.

EVA

(Llorando) Yo no quiero que se muera. Yo no quiero que se mueran mis hijos. Son hijos de mi amor, de mis dolores. Muchas lunas los llevé en mis entrañas; mi leche les he dado; les enseñé a hablar; los adormecí con las canciones que me enseñaron las aves y les entregué mi corazón y mis mejores besos. YO NO QUIERO QUE SE MUERAN. No quiero. Jehová no lo permitirá. Quiero morirme yo primero. Se lo voy a pedir a Jehová.

 ADÁN

Jehová te lo concederá: será tan poco lo que le pedirás.

EVA

Si Jehová ha tenido una madre, les concederá la vida a mis hijos, formados de amor y de dolor, carne nuestra, amor nuestro.

ADÁN

Ellos llegarán más lejos; verán más cielos; gozarán de otros frutos… tendrán otros dolores. Les enseñaremos a amar a Jehová.

EVA

Les revelaremos la dicha de amar para que puedan resistir sus dolores. (Pausa) Cuánto amo al menor, Abel: es tan bello, tan gracioso, tan amante, tan bueno. Su hermano a veces, me causa miedo; parece descontento. Días atrás dijo a Deseada que quería seguir el Sol... (Pausa) Ya salen las primeras estrellas. Mira, aquella tan brillante no había salido ayer.

ADÁN

Es verdad.

DESEADA aparece por el foro.

DESEADA

(Muy alegre) Esa estrella que ha aparecido es mía: Jehová me la concedió.

EVA

Deseada, hija mía!

DESEADA

Madre...

ADÁN

¿De dónde vienes?

DESEADA

De la fuente. He buscado la frescura del agua; mi cuerpo arde siempre; mis pupilas se hacen más brillantes; parecen estrellas, y mis brazos sienten extraños impulsos de abrazar y mis labios están continuamente resecos. Tengo, madre, una angustia que me hiere y que al herirme me produce un extraño placer… Parece que mi alma ha florecido como un lirio. Busco las fuentes cristalinas para sepultar mi cuerpo y calmar el fuego que me consume.

EVA

Deseada, ya eres mujer. Yo sé lo que sientes. Yo también me he quemado en ese mismo fuego; yo también entregué mi carne a las fuentes. Estábamos entonces en el paraíso. Mi fiebre creció demasiado y sólo pudo calmarse con el fruto prohibido.

DESEADA

Madre, ¿dónde está el fruto prohibido? Quiero ir por él; quiero hartarme de él. Madre, dime dónde está.

EVA

No te inquietes; ya te lo diré. Ahora debes hacer oración: Jehová la oirá con gusto.

DESEADA

Me miré en una fuente y me encontré más bella que las rosas. Yo soy una flor y quiero tener perfume.

EVA

Ya lo tienes: tu cuerpo sabe a amor y nada puede compararse con ese perfume infinito.

ADÁN

Cuéntame qué has visto, Deseada…

DESEADA

Flores, cielos, lagos y fieras. Padre, las fieras no me devoran: un león me contempló con asombro cuando estuve desnuda.

ADÁN

Es que eres muy bella…

DESEADA

Quisiera cubrir mi cuerpo con una piel más hermosa.

ADÁN

Te la buscaré. ¿Quieres fruta?

DESEADA

(Come) Qué dulce…

EVA

Aún no conoces la suprema dulzura.

DESEADA

La figura de Abel me persigue por todas partes. Su sonrisa es tan amable, su cuerpo tan harmonioso... Encuentro su voz más dulce que la de los ruiseñores. . . Y sus ojos me Incendian. Lo llevo en el corazón, en el pensamiento, en la vida... Desde el Collado de las Tormentas lo divisé cuidando las ovejas. Cada oveja era un ampo de luz. Abel tocaba la flauta, tocaba… tocaba y parecía elevarse al cielo mismo. De pronto se me ocurrió que era un ángel.

EVA

No; no es ángel. Abel ama; los ángeles no.

DESEADA

¿No aman los ángeles que son muy bellos?

EVA

No; son demasiado bellos… obedecen demasiado a Dios.

DESEADA

A Caín lo divisé sentado en el otero; arrancaba una espina de su pie. A su lado yacían el callado y la honda. Después se quedó inclinado, pensativo… ¿Por qué será tan triste Caín?

 EVA

 Antes no era así. Era, al contrario, muy alegre y nos contaba las historias de sus luchas con las fieras.

DESEADA

Yo quisiera que Caín riera…

EVA

Yo no sé qué tiene Caín. Antes se complacía en contarnos sus labores, ahora no: está casi siempre silencioso; parece que nos odia.

DESEADA

No lo creo. Caín es bueno. (Pausa corta) Su figura es impresionante; a veces me parece un árbol, otras una montaña. ¿Por qué será tan triste Caín? ¿Es verdad que Jehová no le ama?

EVA

Tal vez... A Jehová no le gustan los hombres que no son alegres.

ADÁN

El no quiere que seamos alegres. Si lo quisiera no nos hubiera condenado al dolor.

EVA

iAdán!

ADÁN

(Tiene en las pupilas el fulgor de las rebeldías; pero es chispazo solamente. Luego se inclina y ora. Habla después:) Hoy es la cuarta luna; hoy a la luz de los astros, en la cima de la colina, nuestros hijos deben ofrecer sus sacrificios. Vamos, Deseada, a preparar el ara (mutis).

EVA

No demoren. No quiero moverme de aquí. Hagan las aras en este lado de la colina.

(Queda mirando por el lado que se alejaron los personajes; de pronto siente una gran inquietud y quiere salir corriendo en pos de su esposo e hija; pero se queda plantada en el suelo al oír un ruido sordo como el que antecede a los terremotos y que es el que precede la presencia de JEHOVÁ. Siempre ha cabalgado JEHOVÁ sobre el terror).

EVA

(Temblando) ¿Qué deseas, Señor? Tu sierva te escucha.

JEHOVÁ

Eva, voy a reprenderte; pues pareces desconocer mi poder. Has invocado tu amor terrenal y te has burlado de mi sentencia de dolor. Eva, mira tu figura en el arroyo… (Lo hace). Tus cabellos se platean, tus mejillas sueltan su piel y cruzan surcos tu frente. Eva, ya eres vieja; dentro de poco no te deleitará el beso y el amor será para ti más doloroso que una maldición. Entonces, sólo la oración te confortará.

EVA

(Saliendo de pronto de su estupor, comprendiendo a medias la horrible sentencia) Entonces... que nos dejaréis. Por qué nos quitaréis el amor… Dadnos la muerte si queréis; pero dejadnos lo único que tenemos, el amor es la única belleza de nuestra vida.

JEHOVÁ

Ese amor es pecado: merece castigo.

EVA

Todo lo hemos sufrido por el amor. Y hay ocasiones en que nos consideramos felices de haber perdido el paraíso.

JEHOVÁ

Tu raza será maldita; tu raza no se redimirá jamás.

EVA

Mi revelación me dice que sí; que sí, se redimirá. Se redimirá si APRENDE A AMAR. Señor, perdóname; pero yo tengo un solo deseo: esparcir la llama del amor y que su fuego abrase el mundo. Señor, yo no sé expresar esta intensa sed de amar. Señor, nos has dado más de lo que pudimos pedirte: nos disteis la pasión de Amor…

JEHOVÁ

Por él padeceréis. Jamás llegará el amor a la vejez. Tu cuerpo se quebrará y no podrás con el peso de tus años ni con el recuerdo de tus pecados…

EVA

¡Señor!

JEHOVÁ

Mi castigo alcanzará para ti el dolor más grande: muy luego un hijo tuyo dormirá para siempre!

EVA

Si así lo disponéis, haced que sea Caín. (Arrepentida) Señor, perdonadme: que no sea ninguno... que sea yo, Señor, que sea yo…

JEHOVÁ

Eva, no pierdas la fe; y piensa que padeces por tu culpa.

EVA

Señor, perdón! (Cae de rodillas humillando la frente en el polvo. Sólo se ha oído la voz de Jehová. Se oye el fragor de una tempestad que se aleja. Pausa larga. La luna ilumina la pálida y rugosa frente de Eva).

—Sale ADÁN.

ADÁN

Eva…

EVA

Adán, sufro atrozmente. Yo creía que el corazón sólo servía para sentir la vibración de la alegría; que sólo palpitaba incontenible cuando nos amábamos... Pero ahora me duele mucho; Jehová estuvo aquí y con sus amenazas me lo colmó de dolor.

ADÁN

Te sentenció otra vez.

EVA

Sí. Me dijo que nos quitaría el amor; que nos haría odiosos los besos y que un hijo nuestro dormiría para siempre. (Con desesperación). Ya no me importa que envenene los besos; pero que no adormezca nuestros hijos... Implóralo tú, implóralo…

ADÁN

Es inútil. Es cruel; nada ganaríamos.

EVA

Entonces huyamos lejos de aquí; lejos, donde Jehová no lo sepa.

 ADÁN

 El sabe todo.

 EVA

Lo sabe todo... Entonces... (Una feroz blasfemia asoma a sus labios, que se hielan de terror). Adán, Adán, qué desgraciados somos; ¡Siento que me estorba la vida! (Pausa). ¿Y Deseada?

ADÁN

Fue al encuentro de los hijos.

EVA

¿Se venían juntos como antes?

ADÁN

No; se venían separados, cantaba y danzaba mientras lo hacía y las harmonías de su voz parecían subir al cielo, venía lejos, lejos; traía un caballo del cuello.

EVA

Caín sabe dominar las fieras y habla con ellas.

ADÁN

Las fieras le hablan...

EVA

¿Por qué no se vendrán juntos?

ADÁN

No lo sé.

—Aparecen ABEL que baila una danza y DESEADA que lo acompaña. Son felices. Amor destilan todos sus movimientos.

ABEL

¡Padres míos! (Los besa y acaricia), ¿Trajo el cordero para el sacrificio?

ADÁN

Jamás cordero tan albo será sacrificado a Jehová.

 ABEL

Y Jehová quedará satisfecho y me amará más; pero jamás ese amor será como el mío. Hoy día, cuando el sol se alzó, presentí a Jehová, y corrí y salté como el ciervo, y amé a Jehová y canté en su elogio.

EVA

¿Qué cantaste?

ABEL

Lo que he aprendido, que es mucho. Cuido mi rebaño en un valle de flores; mis rebaños comen flores; pienso que están perfumados.

EVA

Abel, que bien hablas…

ABEL

Es Jehová quien me inspira. Desde el sitio en que me siento se domina el bosque de árboles inmensos de follajes brillantes. Las aves de plumajes de luz cantan sus coplas en homenaje de Jehová. En la fuente donde baño mi cuerpo y veo mi figura viven aves hermosas, que me aman y que me enseñan danzas; mi figura en el agua transparente, se quiebra temblorosa: danza.

DESEADA

La mía también.

ABEL

Domino el cielo, y veo su azul intenso que llena mi vida. Desde allí baja una alegría que hinche mi pecho, y mis labios se abren solos para alabar a Jehová. Y hasta mis corderos que conocen mi voz se extasían mirando la belleza del cielo, del bosque, del agua. En mi flauta tengo aprisionados todos los sonidos harmoniosos. Con el canto de las aves, con el ruido del arroyo, con el susurro de la brisa que me dice el lenguaje de las frondas, he tejido las dulces harmonías de mi flauta, que parece interpretar el pensamiento de Jehová.

DESEADA

¡Oh, Abel! (Lo mira extasiada).

EVA

Habla, hijo mío, habla mucho, lléname de tu alma pura y harmoniosa. Cuando te oigo me parece sentir les alegrías inefables del Paraíso. Tú eres más bello que los ángeles. Bendito sea Jehová que me otorgó este presente…!

ABEL

Madre... (La abraza y besa con transporte). Siento que por gracia de Jehová soy superior a todos los seres existentes.

EVA

Eres superior, hijo mío. Eres más bello que los árboles jóvenes. Tus labios son más dulces que los panales de miel y tu voz es más grata que el canto de las aves. Abel, Abel, hijo mío, qué feliz me haces!

ABEL

¡Madre!

DESEADA

Abel, siento como tú esos pensamientos; pero soy pequeña: tengo un solo deseo: estar eternamente a tu lado oyéndote, mirándote, amándote…

ABEL

Deseada, veo que eres como una flor; también tu figura me ha hablado al alma; también tengo dentro de mí tu suprema belleza, y también mi flauta imita el ritmo de tu voz. (Pausa). En estas tardes en que el furor de Jehová esparce el pavor por el mundo, cuando los vendavales destrozan los árboles y el inmenso mar protesta, y airado se alza al cielo, y mis rebaños buscan la caverna grande, te veo a ti, Deseada y siento que por tu influjo llega a la tierra el arco iris, que es camino del cielo; te siento a ti en todas mis potencias y bendigo el momento en que naciste.

—Aparece CAÍN, recio de cuerpo, mirada dura y desdeñosa.

ABEL

(A su encuentro) ¡Hermano!

CAÍN

Abel... (Se detiene, mira a los circunstantes que están conturbados por su llegada) Madre, ya no tendré que luchar más con las fieras. Los leones me conocen y soy ahora amigo de este caballo que corre como el viento, y que me trasportará lejos en el viaje que haré siguiendo el sol.

DESEADA

¿Te irás?

CAÍN

(La mira intensamente) Se que nadie lo sentirá. Me iré: no quiero vivir en los dominios de Jehová.

ABEL

Por qué... Yo amo a Jehová. El es muy bueno.

CAÍN

No lo dudo. Pero el ofendió a mis padres. Sin razón alguna los expulsó del Paraíso.

 EVA

Y nos condenó a todos los dolores. Por él tenemos que trabajar.

CAÍN

A veces el trabajo es alegría. A mí no me daña el trabajo sino la incomprensión.

EVA

Todos te queremos.

CAÍN

Pero yo quiero otro amor. Uno que esté a la altura de mi dolor... Yo... yo también tengo sueños: sueño a veces que mis trigales están sembrados en el cielo y que sus espigas doradas son estrellas.

ABEL

Yo he soñado muchas veces pastoreando estrellas…

CAÍN

Debe ser bonito. Tú sueñas cosas muy lindas. Dame tu flauta.

ABEL

No podrás arrancarle harmonías; tu alma no tiene la delicadeza suficiente.

EVA Y DESEADA

Sólo Abel, lo puede.

CAÍN

¿Queréis que os cuente mi última lucha con un enorme animal? Era un animal elástico, listado que quiso hacerme daño. Yo me sonreí. Vino a mí y entonces lo cogí con mis manos y lo despedacé. Yo sé despedazar las bestias y afrontar todas las fatigas. Conozco todos los dolores; no me importa no saber tocar la flauta: soy un hombre.

ABEL

Y yo lo soy también. Y no me hace falta esa fuerza porque me sobra belleza.

DESEADA

(Observando a Caín. Aterrorizada) Caín, no te enojes.

CAÍN

Es que me da tristeza porque se me juzga inferior: se niega mi fuerza y mi dolor.

 DESEADA

No es eso. Es que la fuerza no hace falta.

CAÍN

¿No hace falta? ¿Cómo os defenderías de mí si me diera la gana de destrozaros, a ver?

ABEL

Tú no lo harás; eres muy bueno.

CAÍN

¿Por qué sonríes así? No sé si soy bueno... No te rías así, no lo quiero!

ABEL

Ya no río. Cuenta otra historia.

CAÍN

Estaba yo en la montaña cuando sentí algo como un rodado…

ABEL

¿Fue ayer?

CAEN

Ayer cuando se levantaba la luna.

ABEL

Yo también lo sentí y el fenómeno me inspiró un cántico.

EVA

Que diga primero Abel el cántico y después Caín contará su historia.

CAÍN

Es que ya no la contaré ni antes ni después.

DESEADA

Ya te has enojado.

CAÍN

No; me he olvidado de la historia. Deseada, ¿me quieres?

DESEADA

Si...

CAÍN

Acompáñame a seguir el sol; no me gusta la noche. Quiero vivir lejos, en una comarca donde no haya noche. ¿Quieres acompañarme?

DESEADA

 Yo no quiero ir. Estaré aquí; Abel me enseñará a sentir la belleza. También lo amo a él.

CAÍN

Está bien; me iré solo. (Su gesto es desdeñoso; pero dolorido).

EVA

¿Tienes preparada la ofrenda para el sacrificio?

CAÍN

Sí: He traído dos haces de espigas de oro, cuya simiente vale más que todos los rebaños que existen. Los rebaños no florecen. Las mieses valen más que los rebaños y más que esas piedras de colores con que se adorna Abel. Abel que sabe cantar, pero no cultivar las mieses… que primero florecen y después dan la vida.

ABEL

Mis ovejas agradan más a Jehová, por eso las ha hecho luminosas. Mis ovejas no tienen espinas ni me obligan a la enorme fatiga que tus mieses.

CAÍN

Solamente los hombres cultivarán las mieses; sólo los hombres escarbarán y arrancarán el alma a las entrañas de la Tierra. A los verdaderos hombres no les hará jamás falta vivir a costa de las fatigas de otros seres. Tú no tienes derecho a quitar la vida ni a aprisionar a otros seres... Tú debes libertar a tus ovejas.

ABEL

Ellas no se querrían ir.

CAIN

Es que desconocen la libertad. Jamás se han dolido de la muerte del día; jamás han querido seguir al Sol.

ABEL

(Ríe) Este Caín es curioso...

CAÍN

¿No tengo razón? No rías, no lo quiero yo. ..

ABEL

¿No quieres que esté alegre?

CAÍN

Sí; pero no con esa alegría.

EVA

Tienes mal carácter, Caín; pídele humildemente a Jehová que dulcifique tu genio.

CAÍN

El debe hacerlo sin que se lo pidan; no me gusta pedir a mí lo que deben darme sin pedirlo.

—Aparece ADÁN.

 ADÁN

 Salud, Caín. ¡Qué hermosas mieses! Tus sementeras me hablan de tus fuerzas y me dicen que este año no faltará el pan.

CAÍN

Padre, ¿verdad que son bellas? (Alegre) Son hermosas y las he cultivado yo…

ADÁN

Muchas gracias, hijo. Has sabido reemplazarme. Yo no tengo ya fuerza para luchar con la tierra; mas tú eres un hombre.

CAÍN

¿Lo oyen? Mi padre dice que yo soy un hombre. (Abraza y besa a ADÁN con fiera ternura) Yo no quiero elogios; sólo deseo que mi labor no se desconozca.

ADÁN

(Ofreciéndole frutas) Comed, hijos míos, e iremos a ofrecer los sacrificios.

ABEL

(Comiendo) Qué noche más linda. El espíritu de Jehová está en la noche.

CAÍN

Vamos a oficiar. Mi sacrificio será legítimo porque es el fruto de mi labor; está fertilizado con mi sudor y con mi sangre.

—Van todos. La escena queda sola. Llegan los ecos de los cánticos de ABEL.

 ABEL

(Dentro) Jehová, Jehová.

Mi corazón es puro como la túnica de un ángel; puro como mi pensamiento lleno de Ti. Te lo ofrezco en mi canción que he aprendido de tu voz que interiormente vibra en mí.

Jehová, Jehová.

Un arroyo de agua viva inunda el alma de tu siervo. Un hálito de infinito hinche mi pecho y tu inmensa figura más grande que el mar, más grande que el cielo, más bella que todas las flores está en mi pupila.

Jehová, Jehová.

Mi alma es como un ritmo de amor, mi voz un balbuceo de tu divinidad, mi deseo, mi amor, destellos vagos son de tu alta majestad. Recibe el himno de mi alma. Sé clemente y quema mi alma en tu fuego, hazme vivir eternamente.

Jehová, Jehová.

—Se oye la crepitación del fuego. Cárdena luz de incendio ilumina a intermitencias la escena. Oyese un doloroso llanto, sale CAÍN y se arroja de bruces en el suelo.

CAÍN

iNo quiere mi sacrificio! iMi ofrenda tiene mi dolor; tiene mi alma y no la quiere!

ABEL

(Dentro)

Jehová, Jehová.

Tu siervo te agradece y te ofrenda su alma pura como un lirio, sedante como el arroyo, mi alma vibra cantos que tu voz hará eternos y mi sacrificio se hará digno de Ti. Mi tabernáculo ha florecido llamas de luz, llamas que dicen tu nombre y te bendicen.

Jehová, Jehová.

(Caín se ha levantado, y de pie, doblada la regia espalda, ha dominado su dolor; sus pupilas echan ahora llamas, sus labios contraídos, temblorosos bocetan una blasfemia, su actitud demuestra el peso enorme de todos los dolores).

VOZ DE EVA Y DESEADA

Abel, amado de Jehová, háblanos; conforta nuestra alma.

VOZ DE ADÁN

Caín! (Llamándolo)

—Aparecen todos. ABEL mira a CAÍN y hay en sus labios una sonrisa que aunque los demás no la advierten, la ve CAÍN. Este le mira rencoroso. ABEL inclina la frente vencido. Silencio.

ADÁN

Caín, pide perdón a Jehová. Desagrávialo. Pídele perdón, pídele. Su desprecio es tan terrible que no podemos definirlo.

 EVA

Caín, haz oración, Caín, haz oración…

CAÍN

No debo pedir perdón. Jamás he hecho nada malo a Jehová. Trabajo desde que el sol se alza. Trabajo y trabajo. El sol me hiere en verano y el hielo en el invierno. Mi carne se cae en jirones, mi sangre ennegrece la senda. Alguna vez un dolor muy grande trae a mis labios la protesta. Debo protestar porque no merezco esos dolores… si no protestara no sería hombre.

EVA

Abate tu soberbia. Jehová quiere siervos. Abate tu soberbia y aceptará tu sacrificio.

CAÍN

No me comprendéis. Mi voz no expresa soberbia; sino fuerza y dolor. Es un dolor muy grande, tan grande que Jehová que lo ha forjado no lo comprende. Y aunque soy mortal, sujeto a todos sus designios, no estoy dispuesto a doblar mis rodillas sancionando una injusticia. Que mande Jehová todos sus rayos a aniquilarme, que mande sus ángeles con espadas de fuego, recibiré su injusto castigo de pie. Yo no soy siervo, soy solamente un hombre desgraciado, incomprendido, que llora con llanto de hombre su infinita desgracia, más grande que el desprecio de Jehová y que la fe vuestra.

(Se aleja llorando hacia la selva. Todos se arrodillan).

TODOS

Oremos por Caín.

 

TELÓN

 

ACTO SEGUNDO

En primer término, pradera; en segundo, un lago transparente y manso poblado de aves; en tercer término, la montaña florecida y plena de cantos. Aves de todos los matices: azules como jirones de cielo; rojas como llamaradas; blancas, verdes, grises... La escena tiene como fondo un cielo puro. El Sol ha hecho los dos tercios de su carrera.

Óyense los coros inefables de millares de aves; vibra la linfa cristalina; susurra tenuemente la brisa confidente que riza los plumajes de las aves y esparce las melodías encantadas y el perfume de las corolas.

ABEL aparece por la derecha apoyado en DESEADA; SU aparición ha sido prologada por la música de su flauta que imita besos de amor. Se sientan sobre el follaje.

ABEL

Deseada, en la montaña hemos encontrado la felicidad. Nunca pude imaginar que estuviera en tus labios. Dime ¿qué tienen tus labios?

DESEADA

Dime, Abel, ¿qué tienen tus miradas que me incendian en tan raro fuego? Siento que la sangre de mis venas se hace tumultuosa, que mis miembros temblorosos vacilan y se doblega mi espalda como el tallo de una azucena herida por el sol. ¿Por qué desfallece mi cuerpo cuando tus manos lo tocan? ¿Por qué mi alma se llena de la tuya y mi oído escucha eternamente tu voz y mis pupilas sólo saben ver tu figura?

ABEL

Te oigo y me parece que me oigo. Es eso lo que siento sin poder explicármelo. Yo estoy dominado por ti; es como si una fuerza extraña de suave majestad me ordenara marchar siempre a la sombra de tus miradas, bajo la luz de tu sonrisa más dulce que mis sueños admirables que me han revelado el poder de Jehová. Me siento ajeno a mí mismo. Creo que mi alma reside dentro de la tuya y que debo estar toda la vida palpitando junto a ti. Cuando te me acercas y me miras, el corazón es algo fugaz que se va tras de ti dejando mi carne. Tengo la necesidad total de abrazarte, de besarte, de sentirte junto a mí, de vivir a tu lado... para siempre. Jehová te ha llenado de gracia y de dulzura. Jamás vi una gacela que se te asemejara. Mis ovejas más luminosas se borran cuando apareces tú. Las flores se deshojan para que las huellen tus plantas. Qué Jehová mantenga eternamente esta visión que tengo dentro del alma. . . Y que me duerma yo en tus brazos que me han enseñado a conocer toda su infinita bondad. (La abraza y besa con infinita pasión).

DESEADA

Abel, mi Abel, ¿estaremos siempre unidos? ¿siempre?

ABEL

Siempre. . . hasta que Jehová lo permita. (Silencio; ya las voces no tienen expresión. Se cierran las pupilas y los pensamientos cruzan lo infinito saturándose de quimeras que no llegan a la forma) He recorrido la montaña; sé donde están las flores más bellas y más perfumadas, los frutos más dulces y las frondas más amigas. Allá iremos a vivir nuestra vida, UNIDOS PARA SIEMPRE.

DESEADA

Allá iremos. (Abrazados van a dirigirse al foro. Se oyen balidos de ovejas).

ABEL

Mis ovejas me llaman. Espérame. (Va corriendo, derecha).

DESEADA

(Contemplándolo) ¡Qué hermoso es: parece un árbol joven!

CAÍN por la izquierda.

 CAÍN

Deseada...

DESEADA

(Sorprendida) ¡Caín!

CAÍN

¿De qué te asustas?

DESEADA

Es que...

CAÍN

¿No me encuentras figura de hombre?

DESEADA

Sí.

CAÍN

¿No me crees capaz de amar?

DESEADA

Sí; pero...

 CAÍN

Pero, ¿qué?...

DESEADA

Me das miedo. Yo creo que una caricia tuya debe ser como un zarpazo, capaz de despedazar. Yo creo que tus besos serán de fuego, te temo, Caín.

CAÍN

¿Por qué piensas así Deseada? Yo no soy un ser temible. Tengo en el alma hermosas ideas, hermosos cantos; pero aunque los siento, no los sé decir. Pero todas mis potencias sienten las ansias de amar. Mi corazón palpita de deseos desconocidos que yo creo que son de amor, mis brazos están sedientos de estrechar un cuerpo querido. Soy tosco; debo parecerme a las fieras; pero soy humano. No soy terrible. Es que me siento solo, marcado por el odio… Veo que para mí no se han hecho las bellezas. Nadie me quiere. Y a solas, yo, el HOMBRE FIERA, lloro con la inmensa desesperación del que nada espera.

DESEADA

(Tierna) Caín. .

CAÍN

Deseada, ¿me, entiendes, ves mi dolor, mi soledad?

DESEADA

Sí, Caín; y veo que sabes decir tus pensamientos. Sabes...

CAÍN

No, no sé... Es el deseo de tener quien esté a mi lado palpitando conmigo quien habla en mí. Cuando te vi, yo me iba en pos del Sol. Mi caballo me espera en el bosque.

DESEADA

¿Y por qué volviste?

CAÍN

Volví porque no te puedo dejar. Te quiero conmigo. Eres lo único que podría volver la alegría a mi vida. Ya no tengo nada. Mis mieses las arrasó el torrente. Mis padres me odian.       Tú… tú eres lo único.

DESEADA

Caín...

CAÍN

Vamos. Vengo por ti.

DESEADA

Yo… no puedo acompañarte.

CAÍN

¿Por qué? ¿No me quieres?

DESEADA

Sigo temiéndote.

CAÍN

Te repito que no soy un león.

DESEADA

Pero es invencible en mí: todos te temen.

CAÍN

¿Por qué me temen? ... (Pausa) ¿Te vienes conmigo?

DESEADA

No.

CAÍN

Y tanto que soñé que serías mía... iY lo serás! Te llevaré a la fuerza!

DESEADA

¡No!

CAÍN

¡Sí! DESEO TU AMOR…

DESEADA

Es que si me forzas te daré mi odio!

CAÍN

 ¿Ves que lloro de dolor, de ternura? (Ella inclinada no lo mira. CAÍN tiene una reacción, sus manos se crispan pero se calma) Ah, tú quieres a mi hermano que te cuenta historias y que es bello. Eres una tonta. Vale menos que yo: no es hombre como yo. ¿Te vienes?

DESEADA

No.

CAÍN

(La coge) ¡Ven!

DESEADA

Déjame. No... (llorando). Yo te morderé, te haré daño, te odio…

CAÍN

¿Y por qué dijiste antes que me querías?

DESEADA

¿Y qué querías que te dijera?

CAÍN

La verdad.

DESEADA

Es que temí enojarte.

CAÍN

Asquerosa... Me iré solo... Si no es una mujer, será una fiera... Son mejores… no mienten... (La arroja con violencia y se va).

—EVA y ADÁN por la derecha, último término.

EVA

Me pareció oír gemido...

ADÁN

Sería el aire. El aire gime también. (Se sienta) Estoy cansado.

EVA

Álzate. Debemos buscar a nuestro hijo Caín.

ADÁN

Hay que buscarlo. ¿Qué tendrá? Es tan bueno conmigo. Sólo él hace caso de su padre que está ya tan viejo. Me parece que fue ayer cuando vinimos al mundo. Ayer riada más. Este mundo nació conmigo; pero yo me iré y él se quedará floreciendo todos los años…

EVA

Adán…

ADÁN

Más firme, más derecho que los árboles fui. Corría más rápido que los siervos y mi voz era más sonora que la de las aves. Y cuando alababa a Jehová mi voz subía hasta dominar el huracán. Pero los años me aplastan con un peso invisible. Mis piernas tiemblan de cansancio; mis ojos ya no ven. Siento que moriré y no quiero morir. No quiero dejar este mundo tan hermoso, no quiero. (De rodillas) Señor; Jehová, tú tienes todos los poderes, devuélveme la juventud. Cantaré himnos para ti, SACRIFICARE A MIS HIJOS SI LO DESEAS. Dame todos los tormentos pero devuélveme la vida que he perdido! (Larga meditación. EVA lo ha mirado espantada y vacila entre hablarle y alejarse).

 EVA

Adán, ten resignación. De arcilla nos hizo Dios y grilla nos volveremos. Y de nuestra arcilla se formarán nuevos seres. Floreceremos, Adán, floreceremos.

ADÁN

Eva…

EVA

Ten valor; si vacilas y caes, caeremos todos. Adán, toma mi mano, álzate, busca a nuestro hijo Caín que nos abandona. Ese propósito te dará fuerza.

ADÁN

Iré. Tal vez no podré bajar la colina.

EVA

Adán, tengo un dolor muy grande, un presentimiento que me oprime la vida. Ese presentimiento me dice que pronto sufriré el más grande dolor.

ADÁN

Yo tengo una enorme inquietud.

EVA

Busca a Caín. Gusta mucho de la uva y Jehová dijo que andando el tiempo ENVENENARIA su jugo. ¡Qué terrible es Dios!

ADÁN

Terrible… (Mutis).

 —Sale CAÍN y se acerca sigilosamente a su madre. Silencio. Se miran él como si la quisiera fascinar. Ella con pavor. Dentro ABEL entona un canto, canto de amor. Escuchan.

ABEL

Deseada. Tu cuerpo es puro como la fuente en la que bebo frescura y luz—En tus pupilas están los cielos que bajan hasta ti También están las flores y los perfumes: todo se incendia con tu pasión. Miel destilan tus labios y tus besos adormecen. Y tus manos que son como lirios de agua saben acariciar como las alas de un ángel. Acércate a mí, sé toda mía. Dame el supremo deleite. Embriágame de besos, adorméceme de pasión, incéndiame con tus pupilas de fuego celestial. Sé toda mía! (Ruido de besos).

CAÍN

¡Madre! Se están amando. A mí nadie me quiere. ¿Por qué no me quieren, madre?

EVA

Caín, te temen.

CAÍN

Me atormenta que me teman.

EVA

Sé como Abel.

CAÍN

No debo imitarlo. Pienso que debo ser como soy. Como yo.

EVA

Modérate; tu hermano sabe agradar.

CAÍN

¿También a ti te agrada más?

EVA

¡Caín!

CAÍN

¿No soy yo hijo de tus entrañas? ¿No me criaste con amor? ¿No he trabajado yo para merecer que me quieran?

EVA

Sí…

CAÍN

¿Y por qué no me quieren?

EVA

Sí; te queremos.

CAÍN

Me engañan: Ese amor es mentira; yo lo sé.

EVA

No lo creas, Caín... Es que eres brusco... Es que tus caricias deben ser terribles… Es que tú…

CAÍN

Son las palabras de Deseada. Ella ha dicho lo mismo. Las dos lo han pensado y hablado y las dos me odian. Me teme mi madre… me teme... mi madre! (su gesto es terrible y doloroso).

EVA

Caín, no me mates!

CAÍN

Usted es mi madre!

VOZ DE ADÁN

Eva...

EVA

Yo te amo, hijo mío.. .

CAÍN

Madre, yo debo decirte... pero tu jamás me comprenderás. Madre, la fiera ha llorado porque no la aman. Deben quererme como soy. ¿Por qué quieren que cambie? No puedo, no debo ser como otros. Yo no soy responsable de ser así, madre! Dame un abrazo.

EVA

¡Hijo! (Lo abraza; pero en su abrazo no hay pasión)

CAÍN

Oprime más mi cuerpo, más. . .

EVA

No tengo fuerzas. . .

CAÍN

(Soltándola) Bien. No te fatigues demasiado.

VOZ DE ADÁN

(Más cercana) ¡Eva!

CAÍN

Sólo de mi padre me despediré.

EVA

No debes irte.

CAÍN

¿Por qué?

EVA

¿Quién sembrará la tierra?

CAÍN

Abel.

EVA

No podrá; él no está acostumbrado a esa ruda labor.

CAÍN

Verdad es que ése sólo sabe cantar y cuidar de unas ovejas tímidas como ratas. (Ríe)

EVA

Es que tú has nacido destinado a los trabajos rudos. Abel, no.

CAÍN

Muy bien. Pero yo haré lo que sé hacer, lejos de aquí.

EVA

No; tú no te irás; no te irás. Sé que no te irás. Te querremos mucho (Lo acaricia).

CAÍN

No me abraces; no gastes demasiado tus fuerzas…

EVA

(Herida) ¡Hijo malo! Rencoroso... Cómo quieres que te amen; rechazas el perdón…

CAÍN

No tengo de que pedir perdón. Ni quiero oír hablar de perdón; no me gusta humillarme; pido amor a cambio de amor… Y doy más de lo que pido!

EVA

Hijo loco, espera. Ya vendrá tu padre al que abandonarás sin importarte su dolor.

CAÍN

Mi padre me quiere... (Pausa) Por él me quedaré ¡Por mi padre!

EVA

Gracias, hijo mío. Iré a decirlo a tu padre. (Mutis).

CAÍN

Pobres gentes (Se queda pensativo, boceta una débil sonrisa).

ABEL

(Cantando dentro) Gracias, Jehová, que hacéis divina mi sonrisa, y dulces mis acariciares. Gracias, gracias por el amor que disteis. Ya nuestras almas son una sola. Una sola llama funde nuestras dos almas: LA LLAMA DEL AMOR…

 CAÍN

(Invocando a Jehová) Jehová, yo quiero esa llama que ilumina… Yo quiero que me amen, Jehová, Vos que hicisteis la Tierra, el Cielo y las estrellas. Vos que me despreciáis y me sabéis desgraciado! APARECE.

Quiero preguntarte por qué soy desgraciado; por qué soy maldito. Qué he hecho yo. ¿Por qué me hicisteis nacer? Me escucháis, Jehová, que hicisteis la Tierra, el Cielo y las Estrellas? ¿Y también hicisteis mi dolor? ¿Me escucháis tú, que lo sabéis todo?

En nombre de las Serpientes que viven de arrastrarse, de las Fieras que causan pavor y de los Reptiles asquerosos, alzo la voz. Jehová, Vos que lo podíais TODO, ¿por qué no hicisteis sólo belleza?

¿Por qué le dais esa trágica fuerza al torrente que todo lo arraza? ¿Por qué hacéis crecer entre las flores espinas punzadoras? ¿Por qué engañáis con una mentida felicidad? ¿Por qué nos hacéis responsables de una vida que no te pedimos?

JEHOVA, CONTESTA : MI DOLOR ES TU JUEZ

¿Por qué habéis hecho el frío y el calor intensos? ¿Por qué no habéis sido capaz de crear una eterna Primavera? Habéis castigado injustamente a mis padres y los habéis obligado a que se humillen ante tu injusticia. Y habéis puesto odio en mis hermanos para que me hirieran en la vida. Y ese odio… ha hecho el mío. Yo no merezco desprecio. Soy UTIL. Haced que me amen, sino viviré solo para maldecirte. Aparece, o te creeré tan cobarde como injusto. Y te negaré, y mi negación traspasará los Tiempos de los Tiempos… Y viviré sólo para destrozar lo tuyo. Mi brazo fuerte será una maza formidable… ¡Aparece, aparece!

¿No me oís? ¿Me despreciáis? ¡Ah! Si yo pudiera escalar el Cielo, te mataría!

Su desesperación es terrible. Su gesto vale por mil acusaciones; pero su esfuerzo ha sido tan grande que lo obliga a caer rendido. Entonces llora ferozmente.

—ABEL y DESEADA aparecen. CAÍN se levanta. Se miran. CAÍN dulcifica su gesto.

CAÍN

Déjanos, Deseada; tengo que hablar a Abel.

DESEADA

No lo dejo; tú le harás daño. Traspasan mi corazón mil dolores.

ABEL

No podrá hacerme daño.

CAÍN

Él lo ha dicho. (Mutis Deseada) Mi único sueño, Abel, por qué me lo quitaste. Yo habría sido tan bueno, tan feliz con ella.

ABEL

Jehová y mi madre me la dieron.

CAÍN

Quiero que seas bueno conmigo. ¿Lo serás?

ABEL

Sí.

CAÍN

¿No me temes?

ABEL

A mí me acompaña Jehová: yo no temo a nadie.

CAÍN

Si Jehová no te acompañara, serías cobarde…

ABEL

No; ¿por qué?

CAÍN

Porque careces de fuerza y eres traidor.

ABEL

¿Traidor?

CAÍN

Sí. Tú sabías que yo amaba a Deseada y que sólo sería feliz con ella.

ABEL

Ella me prefirió a mí. Me quería a mí.

CAÍN

¿Tú no hiciste nada para alcanzar esa preferencia ?...

ABEL

Yo... De lo que siento creo que no tengo que dar cuenta.

CAÍN

Muy bien. (Pausa) Me has prometido ser bueno conmigo…

ABEL

SÍ.

 CAÍN

Tú comprendes que yo podría destrozarte de un solo golpe. Que podría arrancarte el corazón con mis uñas terribles. Abel, escucha: Con estas manos he destrozado leones.

ABEL

(Sonriendo) Lo sé.

CAÍN

¿Lo sabes? ¿Y te parece gracioso?

ABEL

Me río de tu idea de asustarme a mí, que soy superior a ti que sólo tienes la fuerza.

CAÍN

Superior... Nadie es superior a nadie. El más vil insecto tiene vida propia, es independiente y vive como quiere. Tú no eres mejor que un pajarillo.

ABEL

 Pero soy mejor que tú. Percibo las harmonías de la naturaleza y hago mis cantos. La serenidad de los cielos y la sonrisa de Jehová me hacen amable: mi alma destila agrado y soy feliz.

CAÍN

Yo no sé agradar. Sé lo que es el amor y podría también ser feliz si tú me entregaras la parte de felicidad que me corresponde.

ABEL

Yo no tengo tu felicidad.

CAÍN

Enséñame a percibir la belleza: enséñame a cantar.

ABEL

Aprende como yo, de la naturaleza.

CAÍN

Yo no puedo; mi trabajo es muy rudo; no puedo: Enséñame.

ABEL

No comprenderías. Además no sé si a Jehová le sería grato. Hace un momento, Jehová me ha revelado que tú eres malo; que has blasfemado. Pídele perdón... Jehová es muy bueno.

CAÍN

Habló contigo cuando yo lo llamé Cobarde! Luego, tú no me enseñarás la belleza por miedo a que Jehová se enoje contigo? Tú no eres bueno porque tienes miedo… Tú en tu interior desearías enseñarme la belleza…

ABEL

Es verdad; pero no podría.

CAÍN

Entrégame a Deseada...

ABEL

Caín, ¿sueñas?

CAÍN

No sueño; exijo. Entrégame el amor de mis padres, el amor de esa mujer. Ayúdame a labrar la tierra para tener tiempo de dedicarme a estudiar la belleza y ser feliz.

ABEL

Yo no nací para ese trabajo brutal. Jehová me dio mi puesto. Además estas cosas me molestan. Yo no quiero hablar contigo. Pronto saldrán las estrellas y tengo que llevar mis rebaños. Mira, Caín, la belleza de la tarde. En el cielo han esparcido jugo de amapolas.

CAÍN

¡Han esparcido sangre! Abel, por última vez te pido mi parte de belleza.

ABEL

No la tengo. Me voy. Deseada me espera.

CAÍN

Déjala que espere; tiempo le queda. (Lo coge) Eres un mal hermano, me lo has robado todo. La amargura de mi vida impulsa mi mano. Te voy a matar; PERO NO LO HARE SI ME DEVUELVES LO QUE ME HAS QUITADO.

ABEL

Que llamaré a Jehová.

CAÍN

¡Que baje, aunque sea en una tormenta! Que baje para pedirle cuenta, que baje!

 ABEL

¡Suelta, que me haces daño!

CAÍN

Daño me habéis hecho todos con vuestras mentiras. Abel, te voy a matar.

ABEL

(Ahogándose) Señor, Jehová... matan a tu siervo... Madre...

CAÍN

Llámalos. Canta tu último canto de muerte, cántalo… Me apropiaré de tus rebaños y de la mujer que te ama, mal hermano. Me reiré de sus lágrimas mentirosas…

ABEL

De... se... a... da... (Muere).

CAÍN

¡Aquí todos!. . . ¡Mis amigas fieras, así castiga Caín al hombre que no supo ser bueno, así!

—Voz de JEHOVÁ.

VOZ

Caín.

CAÍN

Jehová...

VOZ

Has asesinado. Ahora yo te castigaré.

CAÍN

Castígame, Dios implacable; pero déjame mirar tu faz para tener la visión de la injusticia.

VOZ

Tu descendencia será maldita… Serán esclavos hasta la consumación de los Tiempos. ELLOS AMASARAN LA RIQUEZA Y LA FELICIDAD DE QUE OTROS GOZARAN! No les será dado gozar de la belleza, el amor en ellos será tormento. Una cadena invisible los atará.

CAÍN

Ellos harán como yo. Cuando no encuentren Justicia !MATARAN!

VOZ

Caín, maldito seas; jamás encontrarás descanso en tu eterna errancia.

CAÍN

¡Maldíceme, horrorízame! ¡Desata todos tus rayos, todo tu odio, todo tu poder; pero no podrás deshacer mi justicia. Jamás tu castigo, por cruel que sea, igualará a mi desprecio!

 VOZ

¡Vete, Caín!   

CAÍN

¡No quiero! (Pero una fuerza irresistible lo obliga a marchar).

—Salen EVA y DESEADA.

DESEADA

Abel está dormido. (Se acuesta a su lado) Repetiré los cantos que me has enseñado y me dormiré en tu pecho.

EVA

¡Abel! (Lo sacude) ¡Abel está muerto! Jehová, ¿por qué me has traspasado con este nuevo dolor? ¿Qué no recuerdas que me criaste con cariño y que me hiciste madre y pusiste en mi corazón un amor inmenso para los hijos de mis entrañas? ¿No comprendes que no podré resistir tan cruel martirio? Hijo mío. (Lo besa) Deseada, es Jehová quien lo ha adormecido. (Lloran amargamente, perdida la razón, abrazadas al cadáver. La luna, que se alza tras la colina, platea con sus rayos el primer gran dolor que oprimió el Mundo).

(Lejos, casi perdido en la penumbra, doblado el cuerpo sobre el polvo, llora Caín, el gran dolor de la venganza inútil, y le parece oír la voz con que su hermano egoísta le quitara todos los afectos).

 

TELON

FIN DE LA OBRA


 

PALABRAS DE CARMEN DE BURGOS

Un prólogo para un libro simbólico es tarea difícil para mí que aborrezco el simbolismo. Mi pluma gusta del sentido recto de las cosas, de la verdad, sin encubrirla con simbolismos, aunque el arte juegue con ella, la estilice y la bifurque en malabarismos más o menos afortunados.

Además, yo creo toda leyenda arcaica perjudicial para la Humanidad. El mito de la perdición del género humano por causa de Eva ha sido, y continúa siendo, el motivo de la esclavitud de la mujer.

Considerada ésta culpable de la perdición del género humano, se le da el castigo de estar subordinada al hombre. En cambio en la religión india, aunque la causa de la calda del hombre sea la desobediencia a los mandatos del Creador, la falta la comete el hombre, Adina, induce a la mujer. Cuando el castigo llega, la mujer implora no sólo su perdón sino el de quien la ha inducido a Dios, apiadado, le ofrece que pecar, por ella vendrá la redención y Vischnou encarna convertido en Chrisna en el seno de una virgen. Y este cambio en el mito hace que la mujer, en vez de recibir los denuestos que le prodigan los Santos Padres, sea atendida e inspire lo bellos pensamientos galantes del Rig-Veda.

La leyenda de Caín y Abel es aún más perjudicial y tiene más hondas raíces. El dualismo del bien y del mal se encuentra en todas las religiones: Lo proclaman Zoroastro los antiguos egipcios, los hindúes y los escandinavos. En todas las teogonías está esa lucha cruenta con gigantes y demonios como la que canta el Rama-yana entre Ravana y Rama. La encontramos en el Olimpo, en el Parnaso y en el Valhalla. Hasta en las tradiciones araucanas existen el Tenten y el Caicai. Asi se puede decir que el Mal lo han creado las religiones, porque en todas ellas aparece como si fuese una cosa substantiva lo que no es más que una negación.

Y a pesar de los análisis de los filósofos las leyendas perduran. No basta que la razón rechace el que no existiendo en un principio más que Dios, concebido como Bien Sumo, pudiera aparecer el Mal. Se admite el absurdo de que el Bien crease al Mal o que de seres perfectos, en posesión de la verdad, conocedores del Bien, pudiesen volverse en contra suya.

Pero la Humanidad desde sus comienzos, se creó sus dos dioses. Lo que le agradaba era el Bien y lo que le molestaba era el Mal.

Lo más curioso es que en esa separación del Bien absoluto y del Mal absoluto llegó a una gran negación. Si se representan el Bien y el Mal por la luz y la sombra, para hacer la idea tangible, no podría existir la creación. Sobre el inmenso lienzo del Universo, como sobre el cuadro de un pintor, sombra solo no daría imagen alguna, y luz sola sería tan gran borrón como la sombra.

Ángeles y Demonios son borrones de sombra y de luz en el gran mito de la Creación y Caín y Abel lo son en el gran extravío de la Humanidad.

Pero en la interpretación que da Acevedo Hernández al mito hay una variante, antagónica con la naturaleza de la leyenda, y que el mismo autor, dejándose llevar de su sentimiento, no ha notado: pero que debe llamar la atención a los psicólogos del alma de una época. El artista tiene la facultad de interpretar la leyenda según su temperamento y parece que ha llegado la hora de la vindicación para esas figuras sobre las cuales se acumularon todas las negruras, como Judas y Caín, que no son más que actores obligados a desempeñar su papel.

Para Acevedo Hernández Caín no es malo. Es un hombre amargado, incomprendido, injustamente tratado. Con un poco de amor, con la limosna de una sonrisa, Caín no hubiera sido un fraticida. El Caín de Acevedo Hernández es más simpático que Abel; porque éste mimado, en su situación de superioridad, no sabe ver la llaga en el alma del hermano; tiene la vanidad del privilegiado, la inconciencia del feliz. Al querer hacer tan perfecto a Abel le han negado dos de las mayores perfecciones: El saber sufrir y el compadecer el sufrimiento.

Todos los tipos que rodean a los protagonistas son interesantes. Esa Eva, Madre con sanidades de Hembra y vanidades de Mujer y esa Deseada, indecisa y atraída por los distintos principios de la Naturaleza, están llamadas a provocar la discusión de los lectores de esta tragedia, vibrante y bien escrita, de Acevedo Hernández, a no ser que la decadencia espiritual del mundo de la post-guerra sea ya indiferente a todo lo que signifique Idea.

Para Acevedo Hernández, Caín no es más que el hombre que lucha contra la injusticia de un mundo, que, embrionario aún, levantaba ya un muro entre el privilegiado y el infeliz.

Se comprende esta concepción de Acevedo Hernández conociendo su vida. Se ha forjado él solo su espíritu. En una infancia abandonada, trabajando como obrero; ha sentido la vocación irresistible de cultivar su alma y manifestar su pensamiento.

Se adivina todo el calvario que ha tenido que sufrir para luchar con los Abeles envidiosos, que lo rechazaban por ridículos prejuicios de clase cerrándole todas las puertas.

—No le puedo dar trabajo porque tiene apellido de ladrón de gallinas—le dice unirector de periódico, pariente espiritual del que despidió a Rubén Darío por escribir demasiado bien.

Y después de darse a conocer, después de demostrar su capacidad, la intriga le quita el puesto donde gana su sustento y el de su familia y se ve obligado a llevar piedras y ladrillos trabajando como albañil. Algo semejante a lo que sucede con Manuel Rojas, reducido a ser apuntador de un teatro, a pesar de su gran talento.

—Usted no puede comprender a mi Caín—me dice Acevedo Hernández, con su voz dura, brusca y amarga —porque no ha visto usted a sus hijos llorar de hambre, ni ha visto a los Abeles acudir en masa al teatro, feroces como lobos, dispuestos a patear y destrozar mi obra, antes de conocerla.

Esto ha engendrado en su alma supremas rebeldías: La rebeldía de Eva, que no quiere crear la vida para que la muerte anule su obra maternal; la rebeldía contra el egoísta que aparece en estas palabras de Abel: «Soy mejor que tú. Percibo las armonías de la naturaleza y hago mis cantos. La serenidad de los cielos y la sonrisa de Jehová me hacen amable: mi alma destila agrado y soy feliz».

Y Caín responde: «Yo no sé agradar. Sé lo que es el amor y podría también ser feliz si tú me entrega-ras la parte de felicidad que me correponde».

Se destaca la rebeldía de Caín contra la maldición de Jehová a su descendencia, que no es en el mundo la de los Malos sino la de los Pobres: «ELLOS AMASARÁN LA RIQUEZA Y LA FELICIDAD PARA QUE OTROS LA GOCEN». Caín replica soberbio: «Ellos harán como yo, cuando no encuentren Justicia, MATARÁN.

Estos libros que mantienen viva una leyenda del antagonismo y de las luchas entre hermanos, hasta llegar al fraticidio, son siempre perjudiciales. Hacen pensar que si no existiese la historia, con todos sus crímenes y negruras, los hombres serían mejores y más felices; y que la Biblia es el libro que peor influencia ha ejercido en el espíritu humano.

Estas líneas serían una divagación en vez de un prólogo si se tratase sólo de la obra de Acevedo Hernández; porque un prólogo significa respecto del público y del autor lo mismo que presentar una persona en una casa: que se responde de ella. En este caso" Acevedo Hernández está bien presentado, conocido y destacado ante el público chileno; y en ese sentido yo no podría hacerle un prólogo. Estas líneas son más bien para presentar a su colaboradora, su esposa, de pura raza araucana, hija de un antiguo cacique, la cual conserva sus largas trenzas negras, su tez de lucia y de pasión, su perfume a tierra chilena, y, envuelta en su manto, pone sobre la obra del escritor algo de recio, de hermético y de tradicional.

CARMEN DE BURGOS.

«Colombine»

 

Santiago, Enero de 1928.

 

CAIN

Al publicar este libro, que representa la flor de mi esfuerzo, debo recordar el nombre del sincero publicista argentino Dr. Alcides Greca, que fue el primero que trató este interesante personaje dentro de este sentido ideológico.

Muchos “Caínes” he leído, pues muchos se han escrito y muchos se escribirán, ya que el personaje pertenece a todos; pero yo soy el primero que define el símbolo estupendo que representa el personaje bíblico. Yo no he podido ir más lejos, he debido satisfacerme con lo que he hecho.

Pero quiero en este libro con que se inicia la publicación de mis obras completas, dar las gracias a los que me han ayudado, como Eduardo Barrios y Samuel Lillo, a los que algo me han enseñado, como Alcides Greca, y los que han sido mis compañeros de dolor en el pueblo; siempre he escrito basado en ese dolor que es infinito y moriré soñando en la redención que no llega; quisiera, como el rapsoda rebelde, decir:

Yo canto la buena nueva

y el país del buen acuerdo

 donde es común la faena

y común también el premio;

en donde todos alcanzan

un rincón del prado ameno,

en donde hay pan para todos

y para todos hay besos.